En las capacitaciones que tuve el gusto de trabajar para la Fabrica TV del Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos, me encontré con realidades muy poco industriales de la producción de televisión en las otras provincias a la realidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Canales de aire que cobran el espacio a las producciones locales, productoras de uno o dos profesionales que cubren ellos mismos toda la labor técnica, y demás prácticas que se pueden apreciar en producciones de programas para cable con poca relevancia.
En este punto es que me resulta atinado remarcar generalidades, legalidades de la industria de la Televisión en Argentina:
  1. Las Emisoras de Aire, que en Argentina nuclea la Asociación de Telerradiodifusoras Argentinas (A.T.A.) subsisten por vender publicidad
  2. Las Emisoras de Cable, subsisten por vender sus espacios a productoras privadas y sus emisiones a operadores de cable.  Cuando en los años 90, globalización mediante, empezamos a ver señales internacionales  que emitían tanda comercial, ya no solo sponsors de las emisiones, hecho que fue replicado por las señales argentinas.
  3. Los Cableoperadores, nucleados por diversas cámaras o asociaciones, como la Asociación de Televisión por Cable (A.T.V.C.) subsisten por la venta de abonados a su operación.
Entonces, valga la obviedad, sabemos hacia donde va dirigido nuestro o nuestros contenidos de televisión. Parafraseando a Godard, a manera de ironía: la televisión es eso que ocurre entre la tanda publicitaria.

En este sentido, valdría proponernos pensar a la gestación de los contenidos para televisión, en una compleja operación de significado y significante, de emisores y receptores, de mensajes, significación y  marketing.
En un gráfico simplificaría esta reflexión en un segmento de recta donde pondría nombres a sus puntos extremos.
Primero, el punto de la izquierda, lo
llamo el contenido.
“Contenido” es  aquella abstracción, aquella idea de  programa, de ficción, o de no ficción, que es el sentido de ese espacio de aire, que proponemos ocupar.
Segundo, el punto de la derecha, el mercado.
“Mercado” es a quien va dirigido ese Contenido,  es ese público que imaginamos que esta esperando el contenido, y si no lo está esperando, lo va a  apreciar cuando este aparezca en el “universo” del control remoto, en la oferta de la múltiple propuesta de la grilla de televisión argentina, y al que persiguen las marcas que los cuentan como su propio  consumidor; y que, en última instancia, querrán auspiciar, anunciar y/o colocar sus comerciales en la tanda dentro del segmento horario de nuestro contenido.
El tercero, equidistante del Contenido y del Mercado, el “Gancho”.
“Gancho” es denominado a todos aquellos recursos, estéticos, humanos, técnicos y económicos que se organizan para acercar el “Contenido” a su “Mercado”.
Mediando con modelos teóricos de la semiologia, o de la comunicacion, se  podría comparar lugares, posiciones en nuestro segmento de recta, como por ejemplo, al lugar del Contenido con el lugar del Significado y del Emisor, al del Gancho con el del Significante, y al del Mercado, como el del Receptor  y de la Significación.
Solo cuando tenemos el Gancho podemos definir con quienes, en cuanto, cuándo, cuánto, y qué es nuestro proyecto.
Me disculpo por la absolutización en que pequé en el párrafo anterior, pero no quise borrarla, para invitar al juego se similitudes en una tríada tan compleja, pero que, con tan  solo conocerla, entendemos mucho de las administraciones de los recursos audiovisuales para televisión en nuestro país. Hagamos el ejercicio de atravesar nuestros proyectos en gestación, nuestros conceptos y veamos como este o aquel se despliegan ante nosotros.

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